El don de una gnómica
A las afueras de Turquía, en unos de sus bosques, vivían muchos seres mágicos y, en especial, una familia de gnomos. Mari,Miguel y sus tres hijos eran los más envidiados del bosque. Juntos vivían en el interior de un árbol hueco y ahí custodiaban sus grandes tesoros, porque, como se sabe, los gnomos conservan tradiciones milenarias y poseen poderes sobrenaturales; son guardianes de la naturaleza e imanes de la suerte. Se dice que en su tiempo robaban a los ricos para dárselo a los pobres.
Además, tienen una particularidad : estos seres son invisibles gracias a su gorro puntiagudo. si un dia lo perdieran, se harían visibles para todos, transformándose en gnomos de cerámica . Entonces, sólo se recuperararían desde la medianoche hasta el amanecer y después volverían a ser gnomos de cerámica.
Mari, Miguel y sus hijos se encargaban de ayudar a todos los animalitos del bosque. Mientras él trabajaba en una mina muy cerca de su casa, ella curaba a todos los animalitos que veía lastimados.
Una noche, una gran tormenta arreció sobre el bosque. Miguel intentó agarrarse a una rama de un árbol, pero salió volando perdiendo su gorro. En seguida se ocultó para no ser descubierto, pues sin su gorro sería visible para todos. Se escuchaban a lo lejos los gemidos de un animal. Era un gato negro, precioso, que tenía su nombre tallado en su collar: Curro. Se encontraba atrapado entre las ramas y no podía moverse.
Miguel no dudó en ayudarlo aun sabiendo que podía ser descubierto. Consiguió liberar al pobre gatito, pero tuvo la mala suerte de que apareció su dueño y, al no tener su gorro puntiagudo, Miguel fue descubierto, convirtiéndose en un gnomo de cerámica para siempre. Consciente de la buena suerte que daban, el hombre se lo llevó de adorno para su jardín.
Pasaba el tiempo y Miguel no llegaba, por lo que Mari empezó a preocuparse mucho. Intuía que algo malo estaba pasando. Al final, toda la familia decidió salir en su busca. Estuvieron horas buscando pero los chicos no encontraron nada. Tras regresar a su casa, ya nada fue igual. Pasaron los días y los meses y seguía sin haber ni rastro de Miguel. Mari y sus hijos siguieron con sus vidas, aunque nunca perdieron la esperanza.
Un día, Mari escuchó gemidos de un gato y salió para ver qué pasaba. Era un gato negro que tenía una espina clavada en su patita y no paraba de sangrar. Mari puso sus manos en su cabeza y al instante el gato entró en un dulce sueño. Así, Mari aprovechó para quitar la espina y, tocando la herida con sus manos, cicatrizó al instante. Fue increíble, Mari descubrió que tenía un poder oculto en sus manos, el don de poder sanar.
El gato se alegró tanto que, en agradecimiento, escuchó la suplica de Mari y la ayudó a buscar el gorro perdido de Miguel. Mari decidió seguir al gato y alcanzó una cabaña con un enorme jardín. !Cuál fue mi sorpresa cuando vio a Miguel allí , en el medio del jardín estático como una estatua!
Cómo sabía que a medianoche recuperaría la vida, Mari permaneció agazapada para no ser vista y poder acercarse a Miguel llegado el momento. Pero, solo de pensar La desgracia de Miguel, la tristeza se apoderó de ella y no podía dejar de llorar.¡ Miguel era un gnomo de cerámica y ella no podía hacer nada!
Cuando llegaron las doce de la noche, Miguel cobró vida y corrió a abrazar a Mari. Le explico lo sucedido y suplicó a Mari que cuidara de los pequeños,”Yo siempre estaré a vuestro lado”le prometió.
Mari cumplio su promesa, cuidando de los niños, y siguió ayudando a todos los animalitos del bosque. Todas los días a medianoche se encontraba con Miguel y, con el paso del tiempo, Mari decidió permanecer a su lado, despojándose de su gorro puntiagudo y ocupando el lugar de otro adorno más en aquel jardín.
Así fue como Mari y Miguel volvieron a estar juntos. Fin